lunes, agosto 11, 2025
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Winston “Chilote” Llenas, el más grande de todas las épocas

En el imaginario del santiaguero que respira béisbol, Chilote Llenas es más que un ídolo: es un emblema moral de las Águilas Cibaeñas y un pilar de la pelota dominicana. Recuerdo a mi padre, Pedro Tomás Castillo —que en paz descanse—, fanático empedernido y aguilucho hasta la tambora. Para él, había una sola condición para ir al estadio: que Winston Enriquillo “Chilote” Llenas estuviera en la alineación.—Cuando juega el Chilote —decía—, hay béisbol, hay carreras… y ganan las Águilas.Y no se equivocaba.Las estadísticas confirmaron lo que su intuición ya sabía: el bate de Chilote rompió moldes. Fue el primer dominicano en alcanzar los 50 cuadrangulares, varios de los cuales aún parecen flotar en el aire. Es líder histórico en jonrones, carreras empujadas y dobles conectados. Pero más que cifras, fue símbolo.Nacido en una familia donde el béisbol es herencia, compartió el terreno con figuras como Roberto Peña, Franklyn Taveras y el legendario Julián Javier. Entre tanta excelencia, Llenas brilló como el capitán indiscutible de las Águilas Cibaeñas.Cinco veces fue elegido el mejor jugador del béisbol profesional dominicano. Su estilo combinaba poder, inteligencia y una disciplina ejemplar. Cada vez que se paraba en el plato, el estadio contenía el aliento. En plena era de estrellas como Rico Carty o César Cedeño, Chilote impuso respeto: sabían que, en su bate, la bola tosería.Condujo a su equipo a seis coronas nacionales como jugador. Pero su legado no terminó con su retiro. Siguió brillando como dirigente, gerente y presidente. Hoy, de las 22 coronas de las Águilas, 21 llevan su impronta. No estuvo en la primera, en 1952, por razones de edad. Desde entonces, cada título ha sido también suyo.Scout de los Indios de Cleveland, firmó a más de quince peloteros que llegaron a las Grandes Ligas, entre ellos Bartolo Colón, gigante del montículo y orgullo de Altamira. Su ojo clínico era tan certero como su swing.A los 80 años, sigue activo como vicepresidente de la Liga Dominicana de Béisbol Profesional. Lidera con prudencia, decencia y visión. Su vida personal es reflejo de su carrera: más de 60 años de matrimonio y una familia ejemplar. La integridad, como el talento, nunca le ha faltado.Cuando en Santiago —y en todo el Cibao— se habla de béisbol, la imagen es una: bases llenas, dos outs, y al bate el Chilote. Nadie se sentaba. Todos de pie, esperando el jonrón que limpiara las almohadillas y el alma. La dama del acordeón solía decir:—Chilote no corre mucho, pero la bola corre por él. ¡Todavía la están buscando, qué tablazo!La grandeza de un líder se mide cuando su legado trasciende el tiempo y la estadística. Cuando las Águilas atravesaron momentos oscuros, fue llamado a dirigir el equipo desde la presidencia. No solo salvó la franquicia: la relanzó hacia nuevas alturas. Desde entonces, ha sido mentor de generaciones brillantes como Miguel Diloné y Luis Polonia.Su proeza no tiene comparación: ocho campeonatos consecutivos como gerente o presidente, y 60 años de entrega ininterrumpida con 21 de las 22 coronas aguiluchas. Es un récord sin parangón, digno del Guinness, no solo en el béisbol, sino en cualquier deporte del mundo.No hay antecedente, ni en las Grandes Ligas, de alguien que haya sido jugador, mánager, gerente y presidente con semejante nivel de éxito. Por eso su número 3 —el que vistió toda su vida— cuelga en Cooperstown, en el Salón de la Fama del Béisbol de las Grandes Ligas, como símbolo eterno del más completo.Muchos creemos que ha llegado el momento de honrar en vida al toletero que conectó 50 jonrones, ganó 21 campeonatos, logró cinco títulos caribeños, fue cuatro veces Mánager del Año y se mantuvo siempre como hombre íntegro y decente. Por eso proponemos cerrar con broche de oro su gesta nombrando el Estadio Cibao en honor al beisbolista más consagrado a la causa amarilla: Winston Enriquillo “Chilote” Llenas.Y así se hará justicia —como en el Deuteronomio— donde se recogen las últimas palabras de Moisés antes de entrar en la Tierra Prometida.

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